La Psicomotricidad como Estrategia de Intervención Temprana en Niños con Autismo

25.05.2024

En Chile no existe un registro diagnóstico del número de niños y niñas con autismo (TEA), sin embargo, si se toma la prevalencia de la OMS (0,625%) y se cruza con datos nacionales de población proyectada de niños y adolescentes de entre 6-17 años el 2016 (3.007.733), es posible estimar que la cantidad aproximada de personas con diagnóstico de autismo en Chile sería de 18.798 niños y adolescentes. Si se incluye a la familia de estos niños y adolescentes, el autismo es parte de la vida diaria 75.192 personas (Lampert, 2018). De acuerdo a un estudio realizado en Chile en niños de 0 a 3 años, la prevalencia de TEA es de 1 en 51 niños, con una distribución por sexo de 4 niños por 1 niña. (Yáñez, Maira, Elgueta, Brito, Crocket, Troncoso, López y Troncoso, 2020).

De acuerdo a datos oficiales de Ministerio de Educación, a diciembre de 2023, existía un total de 70.051 estudiantes autistas en establecimientos que reciben subvención del Estado, de los cuales 63.642 se encuentran en Programas de Integración Escolar de establecimientos de educación regular; mientras que otros 6.409 niños, niñas y jóvenes estaban matriculados en escuelas especiales de discapacidad. (Mineduc, 2023).

El autismo se caracteriza por la existencia principalmente de dificultades en la interacción social y de comunicación y la presencia de patrones repetitivos y restringidos, a partir de alteraciones a nivel evolutivo en las áreas mencionadas anteriormente, como lo son la comunicación e interacción social; y también en habilidades asociadas al ámbito motor y de regulación emocional (American Psychiatric Association, 2013). Por lo tanto, las dificultades que presentan las personas con autismo para poder interactuar socialmente y para comunicarse se deben a una alteración del desarrollo de dichas capacidades.

A partir de lo anterior, es que es de suma importancia trabajar de una forma integral para lograr el desarrollo de niños y niñas con autismo, siendo un factor muy relevante en el trabajo, la detección y atención temprana. En este sentido, asumir una perspectiva evolutiva orienta la intervención hacia el desarrollo de habilidades y experiencias interpersonales que mitiguen el impacto o el efecto de la alteración sobre el desarrollo del niño (Dawson, 2008). Interviniendo no sólo en el niño, niña o joven en cuestión, si no que también, mejorando la calidad de vida de toda su familia y entorno que lo rodea; pudiéndose utilizar estrategias tanto a nivel de intervención terapéutica como a nivel educativo.

Una disciplina que aporta de manera significativa para la detección e intervención temprana, y el desarrollo integral de niños y niñas es la psicomotricidad. La psicomotricidad es una disciplina que aporta al desarrollo global de la persona, considerando aspectos personales y de interacción social, emocionales, cognitivos, motrices, comunicacionales y adaptativos; a través del trabajo de habilidades motrices, expresivas y creativas. Por lo tanto, se puede señalar que la psicomotricidad no se ocupa del movimiento humano en sí mismo, sino de la comprensión de éste como un factor de desarrollo y como una forma de expresión del individuo en relación con su entorno. (León, Mora y Tovar, 2021). Por lo mismo, esta disciplina nos permitirá observar a través del movimiento de la persona, posibles dificultades en otros ámbitos propios del ser humano.

De esta manera, el poder utilizar la práctica psicomotriz en atención temprana, a través de la evaluación y observación, permite detectar de manera temprana problemas en el desarrollo de niños y niñas (de entre 0 y 6 años) en las áreas antes mencionadas, y de esta manera poder dar una atención adecuada y precoz. Por lo que la psicomotricidad se vuelve sumamente esencial para su desarrollo debido a que se enfoca en la interacción entre los aspectos motrices y cognitivos, permitiendo un progreso integral de los niños en general, convirtiendo en un recurso fundamental de intervención para los niños autistas, entendiéndose que existe un déficit tanto en su comunicación social como dificultades en su regulación emocional (American Psychiatric Association, 2013).

Beneficios de la psicomotricidad

La práctica psicomotriz, al ser un aporte al desarrollo de niñas y niños desde un enfoque integral, presenta beneficios a nivel:

  • Cognitivo, aumenta la capacidad de atención y concentración, la memoria, la percepción, la organización del tiempo y el espacio; además de estimular la creatividad y expresividad.
  • Motor, mejora el equilibrio y la coordinación, permite tomar conciencia y control del propio cuerpo.
  • Afectivo, desarrolla la capacidad de afrontar los miedos y sentirse más seguro de sí mismo, aumentando la autoestima, ya que permite conocerse mejor. También, proporciona un equilibrio afectivo.
  • Social, facilita la relación con otros, reforzando las habilidades para la socialización e interacción.
  • Salud, mejora la salud física y mental, a través de la estimulación de la respiración y circulación, y el bienestar psicológico dado por la buena interacción con otros y la mejora de la autoestima.
  • Autonomía e independencia, aumentando su desarrollo en actividades de la vida diaria.

Desde ya se puede observar, la multiplicidad de beneficios que conlleva la práctica psicomotriz, por lo que llevados estos al desarrollo evolutivo de niños con autismo, estudios demuestran que las intervenciones psicomotrices pueden mejorar habilidades como lo son la coordinación motora, el equilibrio, la planificación de movimientos, generando un impacto positivo en habilidades motoras y cognitivas, que facilitan su desenvolvimiento en actividades de la vida diaria y la interacción social (Bhat, Galloway y Landa, 2011).

De acuerdo a Zilli y colaboradores (2017), la psicomotricidad puede mejorar las habilidades sociales en niños autistas al fomentar la percepción de sí mismos y de los demás, así como la regulación de las emociones, y que, a través de actividades motrices y lúdicas, se facilitaría la interacción y la comunicación no verbal, lo que contribuiría a que se redujera el aislamiento social para así promover su integración.

Por otro lado, Berenguer (2018) señala que las actividades psicomotoras pueden fomentar la autorregulación emocional, la conciencia corporal y la interacción con los demás, aspectos esenciales para su desarrollo social y emocional. Tseng yr Chen en el año 2016, demuestra que las intervenciones psicomotrices también ayudan a trabajar la atención, habilidad que suele estar afectada en niños con autismo.

A partir de lo anterior, la psicomotricidad se puede presentar como una herramienta valiosa en la atención de los niños con autismo, debido a que aborda de manera integral las necesidades cognitivas, emocionales y motoras de estos niños. Si se fomenta esta disciplina con un trabajo de intervención sistematizada, se puede aumentar y mejorar su interacción social, habilidades motoras y cognitivas, promoviendo a mejorar la desregulación emocional a la que se enfrentan, lo que permitiría generar un desarrollo y bienestar en los niños con autismo, permitiéndoles adaptarse de manera flexible y armoniosa al medio que lo rodea.; además de mejorar la calidad de vida tanto de ellos como de sus familias.

Siendo otro punto importante a destacar, que la psicomotricidad es una disciplina que puede aplicarse, en distintos ámbitos, desde un enfoque más terapéutico a uno más educativo, por lo que se invita a repensarla como una estrategia de intervención dentro de las escuelas, donde cada vez se integran niños, niñas y jóvenes autistas.

Referencia

  1. Asociación Americana de Psiquiatría (2013). Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM 5 (pp. 81-86). Arlington, VA, APA. Recuperado de https://www.eafit.edu.co/ninos/reddelaspreguntas/Documents/dsm-v-guia-consulta- manual-diagnostico-estadistico-trastornos-mentales.pdf
  2. Bhat, A., Landa, R. y Galloway, JC. (2011). Perspectivas actuales sobre el funcionamiento motor en bebés, niños y adultos con trastornos del espectro autista. Fisioterapia, 91(7), 1116-1129. https://doi.org/10.2522/ptj.20100294.
  3. Dawson, G. (2008). Intervención conductual temprana, plasticidad cerebral y prevención del trastorno del espectro autista. Desarrollo y Psicopatología, 20(3), 775–803.
  4. Lampert, M. (2018). Trastorno del Espectro Autista. Epidemiología, aspectos psicosociales, y políticas de apoyo en Chile, España y Reino Unido. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile/BCN. Asesoría Técnica Parlamentaria. Septiembre de 2018. https://obtienearchivo.bcn.cl/obtienearchivo?id=repositorio/10221/25819/1/BCN__Politicas_de_apoyo_al_espectro_autista_FINAL.pdf
  5. León, A., Mora, A., & Tovar, L. (2021). Fomento del desarrollo integral a través de la psicomotricidad. Dilemas contemporáneos: educación, política y valores, 9(1), 0 de noviembre de 2021.https://doi.org/10.46377/dilemas.v9i1.2861
  6. Ministerio de Educación (2023). Webinar: Rol de la Ley TEA en el marco normativo vigente. 25 de mayo del 2013.
  7. Neurocentro (2022). La psicomotricidad y sus beneficios. Neurocentro: Recuperación funcional. https://neuro-centro.com/la-psicomotricidad-y-sus-beneficios/

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